Cap.8- Excursión a la vista

Un zarandeo despertó a Irene. Irene se quejó, y se tapó la cara con la almohada.
-Irene, despierta-le decía Carol.
Pero no se despertaba.
-¡Irene!-gritó Carol.
Irene, se levantó enfadada.
-¡¿Qué quieres?!
-¿No te acuerdas que a partir de hoy, entraríamos a las 8 todos los días? Y son las 8 menos cuarto, boba-le recordó Carol.
-¿Qué? ¿Y las demás? Venga, rápido-dijo Irene histérica.
Carol ya estaba vestida.
-Las demás ya se han ido. Rápido.
Irene se cambió detrás del biombo, lo más rapido que pudo.
-Son ya las ocho menos  cinco-informó Carol.
Irene, salió ya cambiada. No llegaban a tiempo.
Iban corriendo por los pasillos, sabían que si había algún profesor, les reñiría por correr.
-Irene, yo ahora tengo química, y tu tienes Mates, me voy por la izquierda, adiós- se despidió Carol.
Los pasillos estaban desiertos.

-Mierda-murmulló Irene a la vez que corría.
Llegó a la puerta, solo llevaba 5 minutos tarde, no pensaba que la fueran a regañar. Cogió valor, llamó a la puerta y entró.
-Buenos días- saludó Irene.
-Hola, llegas tarde, ahora haz el favor de sentarte- le riñó friamente la profesora de Matemáticas.
Irene se sentó.
El resto del día transcurrió normal. Pusieron muchos deberes, a lo que Irene y algunas chicas más se quedaron hasta muy tarde haciéndolos, ya que con Gimnasia Rítmica no tuvo tiempo de hacerlos por la tarde.
Al día siguiente, Mireya se despertó con el pie izquierdo. No paraba de gruñir. Y, Nicol, ya harta, le dijo:
-C-a-l-l-a-t-e  ¡Callate!.
Mireya se lo tomó muy mal y no le dirigió la palabra. Era Viernes, y no tenían colegio por la tarde.
Las clases fueron normales, y cuando por fin acabaron, una oleada de gente salió de las aulas contenta.
Irene, Nicol, Sofía y algunas chicas más,  se fueron a comer.
Comieron macarrones a la carbonara. Charlaron, y luego jugaron en la sala común a la Wii.
Un alumna se puso de pie en un sillón y anunció:
-Mañana, quién no se vaya con sus padres, se podrá venir al Bioparc, ahora voy a colgar el folleto para quien quiera que se apunte.
Un grupo de gente se apuntó. Irene, Nicol y Mireya también.
-¡Yuju, mañana nos espera un buen día!- exclamó Mireya que ahora estaba feliz.